jueves, 15 de mayo de 2008

HUMO

Caminaba por la calle, el centro de la ciudad que hacía tiempo no me inspiraba así. Aquí no veo en blanco y negro, aquí no es una película mexicana de 1939... Esto es la "modernidad" el aquí y ahora, y sin embargo, mi pasado no me deja en paz.
Encontré a un fantasma, a un muerto hace tiempo ya. Me lo topé por la calle y nos fuimos a un café a platicar. Magia, tarot, un té y un capuccino. Un beso apasionado a un fantasma que vive en el olvido. Un beso a un alma negra y un cuerpo gris... traslúcido. Y en el corazón, el sentimiento vacío, del espíritu perdido. Como besar a un muerto hay algo que ahí no está. No hay más magia, no hay más conexión, ya no hay amor, no es presente, es sólo pasado. Y ese beso es humo y un instante casi ficticio nada más.

Esto fue algo que escribí un día después de un encuentro cercano del tercer tipo con el pasado o mejor dicho sea con una deidad o demonio del pasado. Fue un encuentro extrañamente relajado y de ahí la conclusión de que en verdad, el pasado no vuelve a atormentarnos si lo sabemos enfrentar. Él como mi pasado más tangible y tú como mi presente, un presente que no cambio por nada, ni por todos los besos de humo ni por todo el oro del mundo. Para mí, tú y lo que vivo cada día contigo no es comparable nisiquiera a nada de lo que haya vivido. Un día se terminará, lo sé, incluso lo siento próximo, así es como todo lo bello en esta vida es efímero y dura muy poco, pero sé que tú sabrás llevarme en tu pensamiento, así como yo te llevaré en el mío a donde quiera que estemos.

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