sábado, 26 de abril de 2008

ONE WILD NIGHT...


Me tomaba una margarita de fresa en el salón atiborrado de gente. La noche cálida, bochornosa, como todas estas noches húmedas de abril y mayo. Sonaba en la rockola "One Wild Night" de Bon Jovi y vaya que era una noche salvaje! El baile era casi instintivo un tanto desorbitado, la gente entre las luces rojas y yo, recargada en la barra, observando, con el delineado de los ojos bien marcado, con forma felina y con mi margarita en la mano. El vestido es poco usual en mí, negro, de tirantes y con unos grandes lunares blancos, muy a la seventy's way... Mónica hablando con su acento británico mientras Amy Winehouse nos miraba desde un poster algo desencajado. Uff, el sudor nos invade el rostro a todos, la sal de la margarita se confunde con la sal del sudor y trago a trago siento una emoción retorcida y perversa que me invade el corazón. "De vuelta al lado oscuro" pensé una y otra vez, mi lado oscuro que tiene el poder destructivo más intenso, ese lado oscuro con el que no me derriba nadie. La margarita se acaba y la canción sigue con sus últimas notas borrachas de calor. La gente amotinada, sonriente, el ambiente rojo, la heroína flotando en el aire, los amantes y sus besos furtivos... las líneas de la canción "she left my heart with vertigo, c'est la vie, life is for the living so... blinded by the moonlight..."

De pronto, hubo un ruido fuerte que lo destruyó todo, las luces rojas se apagaron y en cuanto pude abrí mis ojos. Se escuchaba una persecusión, golpes en la lámina, en el cristal de las ventanas. Me levanté, aún empapada en sudor y con la desorientación digna de las primeras horas de la mañana un sábado cualquiera. Bajé corriendo las escaleras, un poco torpe, y entonces lo encontré. Estaba ahí rígido, enfurecido, entregado a su cacería. Tiltik, el perro demente, que perseguía y acorralaba a una chachalaca, un pájaro negro, asustado, con los ojos redondos y amarillos del miedo. Tomé al perro con mis manos, aún con su objeción por ser retirado de su presa, empujé la cesta tras la cual se escondía el ave semi desplumada y salió volando casí en cámara lenta, pasó frente a mis ojos y pude ver un "gracias" en su mirada. El ave huyo, el perro se quedó un poco decepcionado, y yo, prácticamente no recordaba nada de mi sueño tan extraño.

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