CARLOS

Es inevitable, ahora todo el día me la paso pensando en Carlos. No importa que hora del día sea siempre tengo esa extraña ansiedad por saber de él. Es muy raro, que a mi corta edad me esté dando vueltas la cabeza pensando en un hombre mayor, pero es que es simplemente cautivador. Muy pocas cosas me distraen de pensar en él. El viernes pasado asistí a un baile muy concurrido, y a pesar de la música y de mis ganas de bailar, tenía la inquietud de volver temprano a casa, y leer algo más de Carlos, cada palabra suya me seduce un poco más y hace que me vuelva adicta a su pensamiento.
¿Cómo evadirlo en estas tardes cuando la lluvia me impide salir a distraerme o platicar con mis amigos? ¿Cómo evitarlo si su expresión me resulta siempre un misterio y cada una de sus historias me cautiva hasta la risa o el mismo llanto? Carlos, Carlos, Carlos a todas horas y todo el tiempo. Carlos al despertar, Carlos a la hora de comer y Carlos hasta altas horas de la noche antes de dormir. Y es que simplemente me roba el sueño.
Hoy por la mañana, me distrajo una película de La Doña, estaba muy interesante y por un momento me metí en la historia al grado de conmoverme con su trágica muerte a manos de una enfermedad y su amante, arrepentido de sus injurias, aguardaba su muerte en la cama de su amada Camelia. ¡Qué tragedia! Casi parece “La mujer que no tuvo infancia” con Libertad LaMarque.
La película acabó y de nuevo Carlos… Carlos y su Frontera de Cristal. Y no, no es una actitud suya, ni la forma de describir cada suceso como algo único e irónicamente hilarante. Sino mi pasión por la lectura y Carlos Fuentes que se ha aprovechado de ella sin saberlo siquiera. Y es que he redescubierto “La Frontera de Cristal” después de algunos años pasadas las clases de Narrativa Lationamericana y Literatura Mexicana, y ha sido tal el fervor que ha provocado en mí, que me acompaña el libro a todas partes y a cada momento, y cada pretexto y pequeña espera se hacen ideales para leer, leer y leer. Actividad que me aventura en un mundo mágico y maravilloso, entre la literatura, la realidad y mi imaginación.