Hoy por la mañana, aprovechando mis últimos días de relax -o de seudo relax- me quedé viendo una película mexicana de Emilio el Indio Fernández, era Maclovia, con María Félix. La historia de una mujer indígena tan hermosa que su belleza era casi maldita pues no podía ser feliz con el hombre que amaba. Además de ser apasionante y de la característica fotografía de Gabriel Figueroa que hace suspirar a cualquiera, me recordó bastante otras dos historias muy similares, Enamorada, también con la Felix y Bugambilia, magistralmente protagonizada por Dolores del Río.
Las tres son de esas historias donde el amor es más fuerte que todo y como factor común, además de Pedro Armendariz, tienen el arquetipo de la mujer hermosa y perfecta enamorada de un hombre pobre y humilde, y que sin embargo, luchan contra la oposición de la sociedad y hasta de su propia familia por lograr la realización de su amor.
Enmarcadas en Janitzio, Cholula y Guanajuato respectivamente, presentan un escenario idílico para romances que solamente pueden ser verdaderamente de película. De esas de época que hacen a uno suspirar y hasta derramar una que otra lagrimita. ¿Que ya no existen romances así? ¿Acaso el amor es exclusivo del celuloide y de la pantalla grande?
Uff, a veces me pregunto si es casualidad o si más bien he visto tanto esas historias y películas una y otra vez que me he autoprogramado a repetir el mismo patrón... será que busco un amor tan grande y tan imposible que se vuelva digno de un guión del Indio Fernández? La respuesta... verdaderamente, no la sé.
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