miércoles, 10 de junio de 2009

HUMO


(Esta entrada ya la había publicado, tiene tiempo que la escribí y ahora todo parece repetirse, quizá sea porque la vida se mueve en círculos que si no se cierran se convierten en una espiral...)

Otra vez el humo contenido en los pulmones, otra vez aguantar la respiración para no dejar ir lo que se acumula como un sentimiento interno, entero, complejo. Prometí no volverlo a hacer hasta que tuviera un fin y un propósito, y sin embargo, en esta luna, a media sombra y sin molestia alguna necesitaba como adicción volver a oler y probar lo dulce. Una caída ligera, una reincidencia y es que la pregunta que ronda mi cabeza es… ¿qué tan parte de mí es todo esto? ¿Qué sería yo sin esto y qué sería esto sin mí?
De nuevo las calles, brillantes, llenas de piedras, casi flotando voy a casa, camino de noche y me enfrasco en un diálogo conmigo misma, sin más. Parece una charla normal, y sin embargo lo sé, tengo otra visión, estoy enfocada y me sumerjo en conceptos y temas, y voces y luces, y lunas, y plantas, y todos, y nadie…. Y yo. Me niego el momento y entro a casa, tan firme y tan suave hasta lo que funge como sillón. Otra vez la verdad ahoga mis palabras y me marea al punto de unas cosquillas por todo el cuerpo que aprisionan mi torso y entonces tengo que hablar. ¿Por qué no puedo nunca callar y contener la verdad? ¿por qué siempre esa brutal sinceridad?
Y entonces llamo, marco el número de teléfono y me remonto al pasado, un instante, por un momento, volver a sentir los besos y el reproche de un “no”. No, dije que no, y caí, caí en unos labios como caí en el humo que necesitaba y sin embargo no quería. No quería un beso, ni unos labios, ni unos ojos, ni un sentimiento… ¿y que fue? Fue nada, fue una bruma en el espacio y ahora, como si nunca hubiera sido, lo olvido y te olvido pues… te digo que lo olvides y olvidemos todo después. Y de nuevo el humo caliente que me quemó la garganta, y de nuevo ese humo de verdad que no me deja evitar la realidad. Y no quiero más humo, y no quiero más besos, y me muevo como humo tan lento. A olvidar, a dormir, a soñar lo que ya no puedo remediar. Pero, ¿y si el humo me vuelve a buscar?

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