Ayer hice algo que tenía tiempo que no hacía: ir a un museo. Fui a la exposición de Betsabeé Romero en el Museo Amparo, en el maravilloso centro histórico de la ciudad. Motivada únicamente por la curiosidad y el hambre de algo artístico entré al museo sin mucha expectativa. Y me encontré con que, esta mujer cubana que por azares del destino comparte el mismo nombre que mi madre, expone una perspectiva absolutamente única e irreverente en relación a los convencionalismos.
Me encontré con una exposición de neumáticos que saben a México y a Cuba, a Centroamérica, al sudor, al calor, al polvo y al hambre de quien decide migrar a Estados Unidos. Me encontré fotografías de mundos paralelos que mucho me recordaron "La Frontera de Cristal" de Carlos Fuentes.
Fue de nuevo tocar ese mundo, abordar el tema, y sentir la línea que lo divide... por si lo había olvidado, pero no, no lo olvidé, sigue presente, ahí en cada instante, pues todo pende de un hilo. Migración y arte, cada huella y cada ladrillo, uno a uno, siguen un camino.
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